viernes, 15 de julio de 2016

EL CAFÉ Y LA ECONOMÍA VENEZOLANA


¿Quien no disfruta de una rica y aromática taza de café en la mañana, o después de una estupenda comida?. Para muchos venezolanos (me incluyo) el café es un bien de primera necesidad, además de ser la principal fuente de energía para afrontar un día bastante dinámico, ya sea en el trabajo o en la universidad. Pero es larga la historia de este maravilloso grano hasta llegar a nuestras tazas, y es una historia muy interesante, porque es también la historia de la economía venezolana.

Como venezolano, sé que lo que más encarece una taza de café son los costos asociados a la ubicación de la cafetería donde te la tomas y los costos enlazados al servicio que estas prestan. Pero el café siempre vale su precio, y más aún cuando se es un amante de él, para muchos es placer y cultura líquida, por eso seguimos pagando ese precio, al igual que el chocolate. Asimismo, tanto el café como el chocolate son bienes de demanda poco sensible a las variaciones de precios. Y para nadie es un secreto que en Venezuela estos rubros se dan de manera deliciosa. 


Si nos transportamos un poco al pasado, recordaremos que en Venezuela tradicionalmente se exportaba lo que demandaban las economías de mayor consumo en el mundo. En aquel entonces fueron el café y el cacao, hoy en día es el petróleo. No obstante, en la actualidad se producen los tres rubros muy por debajo de su potencial, el petróleo apenas nos está alcanzando para exportar y sin dejar de lado que, los tres productos han experimentado una demanda explosiva en el mercado mundial. No porque produzcamos insuficientemente café, éste dejará de ser un bien de primera necesidad en nuestro patrón de consumo, especialmente en Venezuela la producción de todos los rubros agrícolas han caído significativamente, generando una escasez e inflación incontrolables. 

Se ha llegado a la conclusión que la economía venezolana no produce suficientemente lo que la demanda de los consumidores le exige, porqué no exporta renglones como café y cacao en los que tenía ventajas comparativas y que son de consumo inelástico en el mercado mundial, y porque a pesar de toda la cafeína que tenemos los habitantes de nuestro país en la sangre, nos hemos dormido en la carrera del desarrollo. El costo de oportunidad de no aprovechar estas actividades agrícolas tradicionales nos resulta inconmensurable. 










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